¿Agricultura y desarrollo urbano?

Por EDITOR Abril 4, 2024 67

Por Eduardo López Chávez*

El campo y la ciudad, son los únicos contrastes que todo político busca fusionar, utilizando dinero… Macraf

Al evaluar el estado de los diversos despachos federales rumbo al cierre de esta administración, es esencial examinar detenidamente el desempeño de entidades tan fundamentales como la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano. A primera vista, podría asumirse que ambas tienen una conexión natural; sin embargo, la realidad es que su desempeño ha sido decepcionante, generando más controversia que beneficios palpables para el país.

La Secretaría de Agricultura, según sus propias directrices, se propone fomentar una política de apoyo que optimice la producción agropecuaria, integre el medio rural en las cadenas productivas y promueva la colaboración con las organizaciones de productores. No obstante, su actuación durante estos poco más de 5 años ha estado marcada por la inacción y la falta de resultados tangibles. Esto se refleja claramente en la continuidad de su titular, Víctor Manuel Villalobos Arámbula, quien ha ocupado su puesto de manera invariable desde el inicio de la administración, pero, sin dejar un legado significativo más allá de su presencia simbólica, que en buen cristiano significa que ha sido un buen florero.

En lo que respecta a logros concretos, son prácticamente inexistentes. La Secretaría ha sido históricamente utilizada como un recurso político, pero su impacto real en el desarrollo agrario del país es mínimo. Aquella promesa de alcanzar la autosuficiencia alimentaria, se encuentra cada vez más lejos y, para no desentonar con los escándalos del resto de la administración, basta recordar el relacionado con Segamex, empresa gubernamental de la cual se desviaron recursos por más de 20 mil millones de pesos y cuyo titular fue exculpado por el presidente, sin embargo, ese hecho ha sumido a la Secretaría en una crisis de legitimidad y eficacia.

En cuanto a la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (SEDATU), sus objetivos están delineados para establecer un sistema territorial integrado y sostenible, reconocer el papel de los sujetos agrarios en el desarrollo territorial, impulsar un hábitat sostenible y garantizar el derecho a una vivienda adecuada para todos. Sin embargo, a lo largo de esta administración, su desempeño ha dejado mucho que desear.

Si bien Román Meyer Falcón, un arquitecto de renombre en su campo, ha estado al frente de la Secretaría, su influencia ha sido limitada. La SEDATU ha sido vista más como un apéndice burocrático que como un motor de cambio efectivo en el desarrollo territorial y urbano del país. A pesar de la retórica de inclusión y sostenibilidad, las políticas implementadas han carecido de la profundidad y la visión necesarias para abordar los desafíos estructurales que enfrentan las zonas rurales y urbanas de México.

Uno de los aspectos más preocupantes es la falta de avances significativos en la resolución de la crisis de vivienda que afecta a millones de mexicanos. A pesar de las promesas de campaña y los programas anunciados, la SEDATU no ha logrado proporcionar soluciones tangibles para mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. La ausencia de una estrategia integral para el desarrollo territorial ha contribuido a la proliferación de la informalidad y la falta de planificación urbana en muchas ciudades del país.

En conclusión, el desarrollo agrario y territorial de este país brillan por su ausencia. Las secretarías encargadas de estas áreas tan importantes para mejorar la calidad de vida de las personas y fomentar el desarrollo económico, se han convertido en simulaciones poco creíbles y, en el peor de los casos, en bolsas muy atractivas para la corrupción y la malversación de fondos y de nueva cuenta, todas las inacciones realizadas durante estos más de 5 años intentan ser minimizadas culpando al pasado. El campo no está mejor, la vivienda no es mejor y hay un desvío de más de 20,000 millones de pesos, sin que haya culpables reales enfrentando la justicia. 

Así, los tiempos estelares de la 4T.

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