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Los pros y los contras de la dolarización
Por EDITOR Noviembre 30, 2023 79
Por Eduardo López Chávez*
Dicen que los cambios son para bien, pero hay que andar con cuidado para no perder lo que vale la pena por cosas menos importantes, y mucho menos si se trata de dinero… Macraf
En los últimos días, el término dolarización ha cobrado relevancia, y no es para menos, ya que constituye una de las propuestas clave del presidente electo de Argentina, Javier Milei. Sin embargo, ¿qué significa dolarizar la economía? ¿Convendría a nuestro país tenerla como una opción sobre la mesa?
La dolarización económica es un fenómeno complejo que implica la sustitución de la moneda nacional por el dólar estadounidense como medio de pago y unidad de medida para establecer precios. A nivel global, todos los países que participan en el comercio internacional poseen cierto grado de dolarización, utilizando la moneda estadounidense en transacciones de importación y exportación. Este proceso, sin embargo, va más allá de simples transacciones comerciales, implicando una cesión de soberanía monetaria a la Reserva Federal estadounidense.
La decisión de adoptar la dolarización puede ser tanto oficial como informal. En casos oficiales, el Estado adopta el dólar como moneda principal, mientras que en situaciones informales, una proporción significativa de las transacciones diarias se realiza en dólares. Esta elección no es trivial, ya que afecta directamente la capacidad del país adoptante para gestionar su política monetaria.
Las razones detrás de la elección de la dolarización a menudo están vinculadas a la confianza. Cuando la moneda local experimenta una volatilidad significativa o una falta de confianza por parte de los ciudadanos y los inversores, se vuelve necesario voltear a ver a una moneda mucho más estable como lo es el dólar estadounidense. En este sentido, la dolarización se percibe como una forma de salvaguardar la economía de las fluctuaciones y crisis monetarias locales.
Entre las ventajas de la dolarización se encuentra la competitividad de la moneda. Al adoptar el dólar, el país puede experimentar un impulso en su crecimiento económico, ya que se beneficia de la posición del dólar como divisa de referencia internacional. Además, la estabilidad del dólar reduce la salida de capitales, la depreciación de activos y ahorros, disminuyendo el riesgo de devaluación y generando una reducción en la prima de riesgo de la deuda estatal y su tasa de interés.
Sin embargo, las ventajas no llegan sin desafíos. La pérdida de soberanía monetaria impide al banco central controlar la cantidad de dinero en circulación, dejándolo dependiente del ingreso de dólares desde el exterior, como las remesas. Esta limitación, obstaculiza la capacidad de implementar políticas monetarias para controlar la inflación, desajustes de precios y tipos de interés. Además, al no poder ajustar el tipo de cambio, se generan desajustes en la balanza de pagos que podrían aumentar la deuda externa del país.
En el ámbito social, la dolarización puede tener impactos diversos. Aunque la estabilidad del dólar puede mitigar la depreciación de activos y ahorros, también puede generar desigualdades. Aquellos que tienen acceso a la moneda extranjera pueden beneficiarse más que aquellos cuyos ingresos están principalmente en la moneda local. Además, la dolarización plantea desafíos en la planificación fiscal y presupuestaria, ya que las fluctuaciones en el valor del dólar pueden afectar directamente a las finanzas del gobierno y su capacidad para financiar programas sociales y servicios públicos.
En la actualidad, el mejor caso de análisis sobre el tema es lo que suceda en Argentina, donde el presidente electo Javier Milei propone, entre otras cosas, la desaparición del Banco Central y dos reformas constitucionales de gran envergadura, que permitan hacer realidad la dolarización del país.
La primera reforma consiste en adoptar el dólar estadounidense como moneda de curso legal en Argentina, es decir, que el dólar sea declarado oficialmente como medio de intercambio para transacciones comerciales y financieras. Tanto ciudadanos como empresas estarían obligados a aceptar la divisa estadounidense como medio de pago, dejando de lado el peso argentino. La finalidad es crear estabilidad y confianza en la divisa extranjera, alejándose de la volatilidad histórica del peso, pero no es una encomienda sencilla, dado que la dependencia del flujo de dólares desde el exterior plantea interrogantes sobre la capacidad del país para sostener una economía dolarizada a largo plazo. De acuerdo con Juan Manuel Telechea, economista argentino, se requieren al menos 30 mil millones de dólares para dolarizar la economía argentina, dinero que hoy no tienen.
La segunda reforma busca resguardar los ahorros de los argentinos, un enfoque que apunta a separar los ahorros de una posible manipulación política, lo que garantizaría la estabilidad financiera de los ciudadanos. Sin duda, el caso argentino ejemplifica los debates en torno a la dolarización, muchos beneficios, pero también muchas problemáticas, sobre todo, el posible impacto en la dinámica social y política del país. Después de todo, el cambio afectaría la realidad de toda una nación y ese no es un paso fácil de dar.
Finalmente, ¿convendría a nuestro país tenerla como una opción sobre la mesa? Por supuesto que no. Tenemos una de las monedas más comercializables a nivel internacional, lo que nos da una ventaja competitiva importante. De hecho, el gran acierto del “neoliberalismo” que tanto critican desde Palacio Nacional fue dejar el tipo de cambio a libre flotación, algo de lo que este gobierno también se ha beneficiado. ¿Dolarizar México? No, gracias.
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