Economía y discurso político
Por EDITOR Diciembre 14, 2023 34
Cuidado con lo que se dice, porque nunca se sabe quien lo va a escuchar… Macraf
Hace algunos días, fue noticia relevante en los medios de comunicación, los resultados de nuestro país en la prueba PISA. Sin embargo, llama mucho más la atención las declaraciones del titular del ejecutivo al respecto. Destaco las siguientes: “Nosotros ni los tomamos en cuenta porque todos esos parámetros se crearon en la época del predominio del periodo neoliberal” y “Es como si yo tomara en cuenta una opinión del Fondo Monetario Internacional o una encuesta de Gea-Isa o una editorial de Reforma o leyera algún libro de Martín Moreno. Zafo”.
Ambas declaraciones podrán haber pasado un poco desapercibidas si yo o usted, mi querido lector, las hubiéramos dicho, pero el problema radica en que fue quien ejerce la titularidad de la Jefatura de Estado de nuestro país, el que las pronunció y además en una conferencia que tiene alcance nacional. ¿Cuál es el agravante? Muy sencillo, recordemos que el discurso político no es simplemente un ejercicio retórico, sino una herramienta fundamental que influye directamente en la economía de un país. La congruencia entre lo dicho y lo hecho, así como la veracidad de la información comunicada, se convierten en activos económicos valiosos que impactan en la confianza de los mercados e inversionistas.
La congruencia entre las palabras y las acciones gubernamentales es esencial para construir y mantener la confianza de los ciudadanos y los inversionistas. Cuando existe coherencia entre lo prometido y lo ejecutado, se fortalece la credibilidad del gobierno, generando un ambiente propicio para la inversión y el desarrollo económico. Por el contrario, la falta de congruencia puede sembrar la desconfianza y la incertidumbre, ahuyentando a potenciales inversionistas y afectando la estabilidad económica, algo que ya sucedió en nuestro país.
Recuerden que, siendo candidato a la presidencia el actual titular del Ejecutivo prometió que en su gobierno el crecimiento económico sería de un 4 por ciento. Sin embargo, cuando los datos revelaron lo contrario, producto de sus malas decisiones de inicio, entonces el indicador de crecimiento se volvió algo sin importancia, neoliberal y que no valía la pena considerar. Hasta que fue algo que pudo usar a su favor, entonces el indicador sí fue útil, certero y creíble.
Lo anterior llevó a la economía mexicana a un cierto nivel de especulación y desconfianza debido a que no se entendía cuáles eran y serían los parámetros utilizados entonces para medir la situación de la economía. Si bien los mercados y los inversionistas responden de manera sensible a la información que circula en los medios, otorgan especial importancia a la proveniente de la autoridad gubernamental. Pero, la constante desvalorización de la información por parte del gobierno socava su credibilidad, se generan incertidumbre y reticencias en torno a la estabilidad y la seguridad de invertir en el país. Ni que decir de la constante duda de una posible manipulación de la información producto de la falta de transparencia. ¿De dónde son los otros datos?, es decir, ¿cuál es su fuente? Solo quien los menciona es el que sabe esas respuestas, el problema es que no ha entendido que, a los verdaderos interesados en esa información, es decir, los potenciales inversionistas y empresas, solo les genera dudas.
Afortunadamente, en México hay buenos ejemplos al respecto. Un ejemplo destacado de una buena reputación en la comunicación de ideas y decisiones es el Banco de México. Este organismo utiliza sus canales de información de manera efectiva para dar a conocer sus decisiones de política monetaria y transmitir sus impresiones al mercado. La transparencia y la consistencia en la comunicación del Banxico han contribuido a consolidar su credibilidad, generando confianza en los inversionistas y asegurando que, a pesar de lo dicho por otras personas o instituciones, se propicie un entorno económico más estable.
En conclusión, mi estimado lector, en nada abona a la narrativa económica el aceptar o negar la información económica a placer. La importancia económica del discurso político radica en su capacidad para construir y mantener la confianza de los mercados e inversionistas. La manera en que el gobierno se comunica se convierte en un activo económico invaluable que puede impulsar o perjudicar el desarrollo económico de una nación. La transparencia, la coherencia y la honestidad en el discurso político son elementos esenciales para construir una base sólida que fomente la inversión, el crecimiento y la estabilidad económica. Es claro que la actual administración no lo entendió, ojalá que las dos precandidatas a la presidencia lo tengan claro.
* El autor es asesor, consultor y conferencista en temas de economía, política, gobierno y empresa, director fundador del sitio El Comentario del Día, conductor titular del programa de análisis económico, político y social “Voces Universitarias” y catedrático en la Facultad de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana y en la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle.
Contacto y redes sociales: https://eduardolopezchavez.mx/redes
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